Autora: Lilyán de la Vega
“Puedes disculparte por lo que haces, pero nunca te disculpes por ser quien eres”
Ash Beckman
Conocí a Lily en un antro gay. Estaba sentada en la mesa contigua a la nuestra y me dio la impresión de ser una mujer totalmente asumida y segura de sí misma. Tiene un aire ecuánime que sobresalía en el ambiente festivo que nos rodeaba. Cuando algunos días más tarde tuvimos oportunidad de conversar sobre la vida, me sorprendió enormemente su clóset. Todos tenemos un clóset. Por supuesto, no es un fenómeno exclusivo del colectivo LGBTTTI, sino una posibilidad universal que la mayoría experimentamos en distintos momentos y en torno a diversas circunstancias de la vida. Uno de los clósets más comunes y complicados para una persona LGBTTTI, suele ser el relacionado con nuestro anhelo de amar. Y es que es muy difícil abrir el corazón desde el encierro. Clóset Vs. Clóset no parece una fórmula exitosa para conectar, florecer y manifestar nuestro potencial de amar.
Lily, por ejemplo, tuvo tres historias de amor de clóset a clóset. Un patrón de conducta que aprendió luego de su primer intento de acercamiento a una chica que le atraía mucho en la universidad, y que todos decían que era lesbiana. Cuando tomó valor para arriesgarse y le confesó sus sentimientos, la chica se mostró muy ofendida y se dedicó a contarle a todo el mundo que Lily se le había declarado, pasándole de esa forma la etiqueta. A partir de ese momento, Lily no volvió a arriesgarse, y como una forma de protegerse del rechazo, se negó –inconscientemente- la posibilidad de elegir. Asumió una creencia paralizante, que confesar el amor a alguien que no te corresponde puede ser una falta de respeto. En adelante, fue sólo cuando la otra tomaba la iniciativa, que ella establecía una relación, metiéndose así, de forma sutil pero efectiva, a su clóset protector. Y no porque no asumiera su orientación sexual, sino porque no asumía su valor y su belleza lo suficiente como para tomar el riesgo.
El Mujerón, así la describe ella, fue el amor de su vida. Vivía en un clóset que la protegía del rechazo en su ámbito laboral. Como abogada a muy alto nivel, se movía en un ambiente extremadamente machista y tradicional. Su carrera se hubiera visto truncada si ella asumía su homosexualidad. De manera que, en aras de proteger su carrera, Lily estuvo dispuesta a mantenerse en la sombra, a meterse también en el clóset de su pareja, durante muchos años. Pero los clósets cobran factura. Y es que las relaciones, como las plantas, necesitan luz de los dos lados, de otra forma, se van desgastando y marchitando, hasta extinguirse. Y así fue. Aunque en su corazón nunca la olvidó.
La segunda relación se dio con la Señora X, una mujer que, en un intento por seducirla, la invitó a trabajar con ella. El clóset de la Señora X era, curiosamente, el de su gusto por los hombres. Para sorpresa de Lily, la Señora X, con quien llevaba ya algunos años de vivir juntas, la engañó con un chico.
Años después apareció una joven en su vida –La Escuincla-, de quien Lily se enamoró pese a que, claramente, la utilizaba por interés económico. La Escuincla fue y vino en varias ocasiones a su vida durante tres años; nunca le mintió. Siempre fue clara en decirle que era una “chichifa”, que no tenía una relación exclusiva con ella sino que básicamente se vendía al mejor postor. Y la dejó en la calle. La Escuincla también tenía su propio clóset, el emocional. No era capaz de poner el corazón afuera, quizá por miedo a ser lastimada, y en el camino lastimaba a los demás.
Después de dos horas de conversación, Lilly cayó en cuenta de cómo se ha negado durante todos estos años a elegir, con tal de no arriesgarse, y quizá no creyéndose merecedora de un amor que la corresponda. Su clóset la sigue protegiendo, al tiempo que le impide tener un papel más activo en su propio destino. Al no elegir también elegimos, y en este caso, ella ha elegido, casi sin darse cuenta, la obscuridad del sutil clóset del miedo a equivocarse.
Su descubrimiento me hizo pensar en algunas de las frases de Ash Beckman en TED Talks: “Sé que es difícil salir, pero te necesitamos aquí afuera. Somos más grandes que nuestros clósets, y nadie debería vivir en uno.” Y agrega, “al tomar el riesgo de salir primero, alentamos al otro a abrirse también.” Y si no lo hace, al menos habremos sembrado una semilla de valentía y autenticidad en su corazón, para cuando esté listo para vivir con orgullo de ser quien es. #PrideDay