El día de acción de gracias, mejor conocido como Thanksgiving Day, es una celebración de origen inglés que data desde los tiempos del rey Enrique VIII y cuyo principal propósito era agradecer la cosecha del año. Con el tiempo, esta tradición fue evolucionando y actualmente, los países sajones y algunos otros más, celebran este día en familia, cenando juntos y agradeciendo por las bendiciones recibidas a lo largo del año.
Si bien esta antigua celebración inglesa tuvo connotaciones religiosas en algún momento, en nuestros días, esta fiesta está mucho más vinculada con desarrollar y mantener una actitud positiva ante la vida, cultivando así, la espiritualidad humana más allá de cualquier religión.
Y es que la vorágine en la que vivimos como sociedad nos ha hecho perder la brújula y transmitir esa misma desorientación a las nuevas generaciones que cada vez se viven más infelices por no cumplir los estándares impuestos por una sociedad consumista y narcisista. Tristemente nos hemos vuelto insensibles ante el sufrimiento y dolor ajenos y damos por sentado todos los privilegios y comodidades que cotidianamente coexisten en nuestra vida. Es decir, hemos desarrollado ceguera de taller ante lo que nos rodea y estamos absortos en una sociedad consumista que cada vez nos empuja a desear tener más y ser lo que no somos ni necesitamos; haciéndonos sentir infelices, fracasados, no pertenecientes o fuera de lugar si no somos como todos los demás.
Sin embargo, lo grave no es ser diferentes sino lo que ser diferente significa y los sentimientos y emociones que nos genera, como: infelicidad, estrés, angustia, depresión, desórdenes alimenticios, contaminación ambiental, entre un largo etcétera.
Ya sé que probablemente te estés preguntando, ¿qué tiene que ver ser agradecido con vivir feliz? Bueno, pues la respuesta es mucho más simple de lo que crees. Resulta que vivimos condicionados por diferentes leyes físicas y universales. Y una de esas leyes es la ley de la atracción: mientras más te enfoques en algo, más de eso es lo que consigues. Es decir, mientras más agradeces, más abundancia atraes y viceversa.
¿Y cómo hago para sentirme felíz? Fácil. Activa el círculo virtuoso del agradecimiento. ¿Cómo se hace eso? Simplemente conéctate con el momento presente y agradece. Agradécelo todo. Agradece lo que eres y lo que tienes y lo que no también. Agradece por los días buenos que te traerán recuerdos agradables y por los días malos que representan lecciones y crecimiento. Agradece lo que ya eres y tienes. Agradece por todas aquellas cosas cotidianas que te resultan tan familiares y comunes que hasta pasan desapercibidas. Agradece estar viva. Agradece tener un cuerpo. Agradece las experiencias que te han moldeado a ser quien eres hoy. Agradece por todas y cada una de las personas que han estado presentes en la película de tu vida. Agradece…y si puedes, comparte, ayuda y haz crecer a otros.
Cuando logres reconocer que todo lo que pasa en tu vida es una experiencia por la cual sentir gratitud, entenderás que hay demasiadas cosas que causan angustia y estrés innecesarios, pero que afortunadamente, tienes el poder de decisión para frenar dichos sentimientos y transformarlos en algo mejor.
Por lo tanto, mi propuesta es que en vez de que nos centremos en dar gracias solamente un día al año, adoptemos la práctica de la gratitud a lo largo y ancho de nuestras vidas y que además, la transmitamos a quienes nos rodean. Es decir, rompamos el círculo vicioso de la queja, dejemos de centrar nuestra atención en lo que no somos o lo que nos hace falta y activemos el círculo virtuoso de la gratitud porque ser agradecido con lo que hay en nuestra vida, nos abre la puerta a la prosperidad y la abundancia desde todos los rincones del universo.
“Ser feliz no siempre te hará agradecido, pero ser agradecido siempre te hará feliz”. (David Stenidl-Rast)
Gracias por leerme.
Si te gustó este artículo, sígueme en mis redes sociales. ¡Te espero!
Con cariño,
Mónica Velasco
Fundadora de www.reverdeser.com.mx