Por: Jose Cruz
Psicoterapeuta Gestalt y Educador sexual.
Mientras acomodaba unas cajas de mi clóset salieron entre muchos recuerdos, unas cartas de amor de una persona que en su momento fue el amor de mi vida…
Me puse a leer las cartas y me dije… ¡Diablos!, sí que me amaba… entonces me puse a recodar momentos muy locos muy lindos y también como poco a poco hubo momentos difíciles, tensos que nos fueron llevando al truene de esa relación entonces me pregunte: ¿Por qué fue que tronamos? ¿En qué momento todo ese amor pasional, irreverente, loco y cursi, se convirtió en un simple adiós para después ser solamente un recuerdo?…
Ahora ya con trabajo personal en el cual perdone a esa persona y de igual manera yo me perdone me di cuenta de que en mi estructura de personalidad había un fuerte sesgo por el “deber ser” es decir, tenía muchas ideas de cómo debía ser una relación, con los amigos, con nuestras familias, con nuestra economía y por ende con nuestro futuro juntos.
Yo también amaba profundamente a esa persona y me veía ahí a su lado, para toda la vida lo que seguía, desde mi perspectiva, era elaborar un plan para poder llegar a ese determinado punto y entonces comencé a racionalizar que era lo que necesitábamos hacer para estar juntos, y con esto me refería a monetariamente, socialmente y hasta familiarmente, así que construí un metódico plan el cual incluía: ahorros, crecimiento profesional y hasta interacción entre las familias.
El resultado fue que cuando el cerebro estuvo al frente de la relación lentamente fue mermando en la espontaneidad, en la locura, en la simpleza y hasta en la alegría que al estar juntos nos caracterizaba.
En el fondo había un objetivo muy amoroso que era estar juntos para siempre sin embargo al estar al pendiente del futuro, ambos nos perdimos en el presente.
Por mucho tiempo me culpe por el truene de esta relación, sin embargo, ahora entiendo que en todas las acciones cada uno tiene un 50% de participación y aun cuando yo era muy propositivo en la relación (parecería que yo llevaba la batuta), también la otra persona tiene su parte de responsabilidad por permitir que esto sucediera, o por el hecho de permitir que una relación que es de dos sea llevada solamente por una persona.
Lo que me costó trabajo, pero entendí
En el pasado tanto esta persona como yo hacíamos lo mejor que podíamos, con las vivencias, la madurez y la historia de vida de cada uno, por lo tanto, no hay que echar culpas.
No digas para siempre
He aprendido que cuando hablas de amor, aun cuando sean promesas a futuro, es mejor tomarlo como una expresión del presente, quizás puede alimentar tu amor, quizás pueda alegrar tu día y la otra persona en verdad lo siente (en ese momento), pero también tiene derecho a cambiar de opinión en un futuro así que ahora tomo las promesas de amor como un termómetro de lo que sucede hoy, mañana pasado solo el tiempo lo dirá.
Lecciones de vida
Ni solo el corazón, ni solo el cerebro, hay que saber aprender cuando uno y cuando otro para así intentar equilibrar entre la razón y la emoción permitiendo disfrutar y también planear, reír y hasta llorar, detenerse en el tiempo y poco a poco avanzar en el mismo.
Hoy ya más grande honro a esa persona, agradezco quien fue en mi vida y todo el aprendizaje que dejó, ni muy muy, ni tan tan.
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