Todos hemos escuchado alguna vez que existen mejores fuentes de alimento que otras, o bien, que hay prácticas más recomendables que otras cuando de cuidar nuestra salud se trata. Y es que a pesar de que cada persona es un mundo aparte, lo cierto es que nuestro organismo logra ser longevo y saludable si mantenemos buenos hábitos a lo largo de la vida, y eso incluye alimentación, estilo de vida, calidad de sueño, higiene personal, manejo de estrés, etc.
Sin embargo, también es cierto que de acuerdo con la forma en que fuimos criados solemos tener ideas o creencias arraigadas en preceptos culturales, tradiciones familiares, usos y costumbres regionales e incluso, cánones religiosos que configuran y moldean las prácticas que tenemos hoy en día y que, de manera consciente e inconsciente seguimos transmitiendo a las nuevas generaciones.
Por eso hoy, quiero que analicemos juntos algunas de esas creencias y derribemos los mitos que existen alrededor de ciertos alimentos y prácticas.
Comencemos con los alimentos….
Cafeína:. MITO: “nada como un buen café para empezar el día”. Considerada la bebida reina de las mañanas, mucha gente necesita una (o más) taza de café para poder arrancar el día. La REALIDAD es que al ser un estimulante, esta bebida ofrece varios beneficios a quienes la consumen ya que la cafeína permite la liberación de endorfinas que fomenta la concentración y el sentido de alerta por lo que un consumo moderado (máximo 2 tazas al día) resulta benéfico para la salud. Sin embargo, la cafeína tiene su lado oscuro ya que consumir más de 450mg al día puede ocasionar: problemas cardiovasculares por elevar la presión arterial, alteraciones en la microbiota intestinal dando lugar a afectaciones gastrointestinales (úlceras, reflujo, gastritis), además, provoca irritabilidad, insomnio e inhibe la absorción de calcio en los huesos. La recomendación es consumir hasta 2 tazas de café al día y tener cuidado con las bebidas energéticas que consumimos y que también contienen cafeína.
Lácteos: MITO: “la leche ayuda a que los huesos crezcan sanos y fuertes”. Los lácteos son una buena fuente de vitamina D, proteínas y calcio que aportan beneficios al organismo. Sin embargo, la REALIDAD es que los lácteos también contienen lactosa y caseína que son moléculas altamente alergenas e inflamatorias para los humanos provocando problemas gastrointestinales, elevación en niveles de colesterol (por contener un alto porcentaje de grasa), acné y osteoporosis. La recomendación es que el consumo de estos productos no sea excesivo en términos de grasa saturada, químicos o conservadores añadidos y para evitar la osteoporosis se aconseja consumir vitamina D3 + K2 ya que esta última permite que el calcio sea canalizado hacia los huesos y no hacia las arterias.
Pan: MITO: “el pan integral es una buena fuente de fibra y nutrientes”. la REALIDAD es que el pan puede ser engañoso ya que muchos de los nutrientes que contienen los granos se destruyen en la molienda aunque se agreguen después en el proceso para ofrecer versiones enriquecidas. Es cierto que los granos integrales se digieren más lentamente por lo que nos dan sensación de saciedad y evitan los picos de glucosa en sangre; además, algunos panes fortificados con hierro permiten que se reduzcan los niveles de anemia en los niños. Sin embargo, algunas versiones de estos productos contienen azúcar, sodio y grasas que pueden afectar la presión arterial y contribuyen al aumento de peso. Adicionalmente, el trigo, el centeno y la cebada son algunos cereales que por su contenido de gluten pueden afectar a las personas celíacas o con sensibilidad a esta molécula. La recomendación para quienes no son celiacos o sensibles al gluten es que moderen su consumo de pan y que éste sea multigrano, integral y de masa madre. Evitar en la medida de lo posible el consumo de pan blanco y harinas refinadas.
Azúcar y endulzantes: MITO: “los edulcorantes no engordan”. Dejemos algo en claro: azúcar es azúcar y el cuerpo la almacena como grasa. No importa si ésta proviene de un plátano, de la caña, del agave, de un pastel o de un sobre de estevia. El azúcar provoca caries y sobrepeso en todas las personas. La REALIDAD es que todos consumimos azúcar de una manera u otra y buscamos que el consumo sea de pocas calorías y mucho sabor. Sin embargo, el consumo de alimentos “light” endulzados con edulcorantes elevan los niveles de insulina y triglicéridos y “enganchan” al cuerpo para seguir comiendo azúcar provocando inflamación celular, problemas cardiovasculares, enfermedades metabólicas y obesidad. La recomendación es que consumamos azúcar de fuentes naturales como frutas y semillas ya que no solo tienen azúcar sino que además tienen fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes necesarios para el organismo. Si el antojo por cosas dulces persiste, entonces, habrá que revisar no solo la tabla de contenido del producto en términos de grasa, sodio, azúcar, aditivos y conservadores para elegir la opción más saludable sino que también habrá que analizar cuál es la situación que estamos atravesando y porqué tenemos ese antojo en particular.
Grasa: MITO: “la grasa es mala porque engorda”. La REALIDAD es que hay de grasas a grasas y no es igual la grasa contenida en un pedazo de chicharrón que la contenida en un puño de almendras. Por lo tanto, comer grasa es bueno para el cuerpo si preferentemente son insaturadas (omegas) en vez de saturadas (embutidos) y de ninguna manera debes elegir las grasas trans que son hidrogenadas y utilizadas para alargar la vida de anaquel de la comida procesada. La recomendación es ingerir diariamente cantidades moderadas de grasas insaturadas o “buenas” como: almendras y nueces, semillas, aguacate, aceite de oliva, pescados grasos, etc.
Ahora bien, en cuanto a prácticas se refiere, me quiero enfocar en las que considero generan más polémica y confusión.
Ayuno: MITO: “saltarse comidas te hace engordar”. Si bien el dejar de ingerir alimentos como práctica habitual puede tener varias contraindicaciones, la REALIDAD es que la práctica del ayuno intermitente tiene muchos beneficios para el organismo porque permite al cuerpo desintoxicarse, resetearse y utilizar la grasa acumulada como fuente de energía. Claro está que no es una práctica recomendada durante la niñez y adolescencia, personas con trastornos de conducta alimentaria, mujeres embarazadas o lactando. Por ello, la recomendación es consultar con un especialista para que te guíe en esta práctica de acuerdo con tus necesidades y complexión.
Alimentación Vegana vs Keto: primero que nada hay que aclarar que no se trata de modas sino de necesidades nutrimentales. MITO: “dejar de comer proteína de origen animal es bueno para el organismo”. El veganismo induce al consumo de más cereales, grasas, leguminosas, vegetales y frutas, ya que excluye por completo la ingesta de productos de origen animal, incluyendo la miel. La REALIDAD es que este tipo de alimentación debe ser supervisado para que se aprenda a combinar los alimentos y obtener el mayor provecho de las proteínas vegetales. El lado oscuro de este tipo de alimentación es que se puede caer en un consumo excesivo de cereales y grasas que pueden dar pie a una mala nutrición y ganancia de peso no deseado. La recomendación para los veganos es que deben suplementarse de manera forzosa con las dosis correctas para cubrir sus necesidades de hierro, yodo, omegas, zinc y vitaminas B12 y D3.
Quienes llevan una alimentación cetogénica consumen grandes porciones de grasa (buena), una cantidad moderada de carne y productos de origen animal, y un mínimo de carbohidratos complejos. Uno de los MITOS que hay alrededor de este tipo de alimentación es que cualquiera puede hacerla y solo se debe tener fuerza de voluntad para no sucumbir. La REALIDAD es que la dieta keto es un estilo de vida riguroso que ofrece muchos beneficios al cuerpo pero que definitivamente no es para todos. La recomendación para este tipo de alimentación es consultarlo con un profesional de la salud y tener mediciones constantes de cetonas en la orina y en la saliva para evitar descompensación de minerales y deshidratación.
Derribar mitos alrededor de la salud es importante para eliminar creencias erróneas y evitar padecimientos y enfermedades derivadas de una mala alimentación o desnutrición.
Adoptar un estilo de vida saludable y tener una alimentación balanceada que permita adquirir los nutrientes necesarios de acuerdo con las exigencias de la rutina diaria, indistintamente de las preferencias alimentarias es responsabilidad de cada individuo.
Te invito a que te acerques a un asesor en salud funcional y/o profesional de la salud para que te oriente y te ayude a determinar qué tipo de alimentación es la adecuada para tu estilo de vida.
Espero que encuentres esta información útil y la compartas con más personas.
¡A tu salud!
Mónica Velasco
Yogui + terapéutico, Health Coach Holística & Funcional
Fundadora de www.reverdeser.com.mx