Por: Angélica Porras N.

¿Quién puede autoproclamarse “experto en vivencias”? Creo que, hasta el momento, ni la persona más experimentada en “asuntos de la vida” o menesteres similares podría presumir de ello. Mientras sigamos vivos, seguiremos aprendiendo, todos los días, a cada momento llega algo nuevo que nos llena un huequito en nuestra larga lista de “inexperiencia”; el autoconocimiento en sí, es toda una aventura.
Cuando nos cerramos a vivir algo nuevo o nos negamos un sentimiento, es cuando vienen los trancazos más duros, los golpes más bajos y las decepciones más profundas, porque todo aquello que se acumula, lejos de salir, explota en el momento menos esperado.
Esto me recuerda a aquellos saltos interminables de una relación a otra: el salir de una decepción amorosa y embarcarse en una nueva, por mucho que la persona con la que se inicia la nueva peripecia sea un buen prospecto, el no darse el tiempo de duelo suele resultar más perjudicial que benéfico… ah, pero, ¿qué no un clavo saca a otro clavo? Cuidado con eso.
El no poder permanecer sin pareja o sin prospecto, puede ser síntoma de que no nos agrada estar con la persona más importante en nuestras vidas: nosotros mismos. La persona con la que estarás hasta tu muerte eres tú y por lo mismo, debes conocerte para amarte, valorarte, cuidarte y respetarte, aunque suene a votos matrimoniales, así debe ser. Es más, si tú no lo haces, nadie lo hará.

Si necesitas un par de ideas para comenzar, aquí te pongo algunas:
1. Conócete
A ver, si hasta cuando te preguntan por tu color favorito dudas, creo que tenemos una pista. Y no sólo en cosas triviales, ¿cómo actúas ante las diversas situaciones?, ¿qué te gusta y te disgusta?, ¿por qué? Comienza tú mismo a contestar estas interrogantes. No puedes amar aquello que no conoces.

2. Me respeto y respeto
Esta parte tiene que ver con uno de los preceptos universales: trata a los demás como te gustaría que te traten, no hay más; y procura que tu actuar sea consciente. Recuerda que puedes hacer lo que te dicte el corazón siempre y cuando no te dañe a ti ni a nadie más.

3. Disfruta tu soledad
No quiero decir que te vayas a una isla desierta a vivir en medio de la nada, no. Esto significa que disfrutes el tiempo que pasas contigo: sal a pasear a ese lugar que tanto disfrutas, vete al cine solo (es muy divertido), desempolva tus discos viejos, aprende a tocar un instrumento, un idioma… las opciones son muchas, el cielo es el límite.
Cuida tu corazón, como te dije en líneas anteriores, nadie más lo hará por ti. Procúrate el alma, porque un alma herida, es difícil de sanar. Y a veces nunca se recupera.