El amor es un sentimiento que crece con el tiempo y que deja raíces en la piel, en los ojos, en los oídos, en el gusto, en la nariz y en la memoria, y en esta precisamente tiene el poder de revivir en todo momento y en cualquier lugar, sin que el amado esté a nuestro lado.
Cuando uno ama a alguien, esa persona se calca sobre uno y ustedes dirán, esta, está loca, pero no, me refiero a que a través de los sentidos y la memoria podemos revivir las emociones, que nos inspira y nos brinda, por eso muchas veces no importa ni el tiempo ni la distancia para mantener ese sentimiento vigente.
Por eso hay amores que perduran a través de los años, porque se construyeron de instantes, momentos o días llenos de aromas, sonidos e imágenes que cada que volvemos a revivir, nos recuerdan a esa persona, la mantienen vigente y presente.
Los olores (el olfato)
Son quizás los que mayor espacio ocupan en nuestra memoria, ya que el ser amado siempre tiene un sello olfativo que nos atrapa, es único y encaja a la perfección con nuestra gama de aromas preferidos.
Por eso hay perfumes que nos gustan desde el primer momento, porque de alguna manera los identificamos con la persona que queremos.
No es extraño, que a veces en una reunión de trabajo, en la calle o en el cine, al pasar junto a un hombre bien perfumado, en un instante, nos recuerde al novio, a la pareja, al amante o al esposo, porque precisamente usa la misma esencia que él.
Y es tan solo un detalle, otro ejemplo es el café cuyo aroma viaja a mucha distancia y nos recuerda constantemente, el gusto excesivo por esta bebida del ser adorado.
Los sonidos (la audición)
Y aquí no hay pierde me refiero a como se escucha el, oír sus palabras cerca de uno, sus susurros en los oídos, e incluso su risa contagiosa, es algo que disfrutamos.
Ese timbre de voz, es como un sello que se queda grabado en nuestra memoria auditiva y que lograría que lo reconociéramos si escucháramos varias voces juntas.
Otra parte es la música, romántica o no, hay piezas que al oírlas nos llevan a momentos únicos e intensos.
Puede ser la pieza preferida, o la pieza que sonaba en ese momento de encuentro amoroso, o la que parece escrita con tu historia, estas se fijan en uno y al volverla a escuchar revivimos esos instantes.
Los sabores (el gusto)
Aquí muchas dirán, a ver qué vas a escribir, y les diré que el gusto es importantísimo, los besos de quien amamos saben especial, son deliciosos e inigualables, y nos invitan a encuentros íntimos.
Los sabores también implican los alimentos que compartimos, esos que nos gustan a ambos. Esos que degustamos en una cena romántica.
Y hay otros platillos, que ahora comemos con los mismos aderezos, especias o acompañamientos, que él siempre le añade y que dicen mucho sobre su personalidad.
Esa manera de compartir nos hace revivir momentos amorosos, cuando los volveros a probar, aún sin su presencia nos recuerda los gustos de la pareja.
Las imágenes (la visión)
Su imagen es básica para sentirnos atraídas y no tiene que ser un adonis, ni un joven apuesto, es simplemente el conjunto que observamos y con el que nos sentimos identificadas.
Cuando lo vemos, nos proyecta esa sensación de estar a gusto, como en casa, sin poses. Es ver a alguien con el que nos compenetramos en muchos aspectos y también con el que no congeniamos en muchas ocasiones, pero aun así continuamos ahí.
Ese dicho que dice, “de la vista nace el amor” no puede ser más acertado, y a este la agregaría uno de mi abuela: “el que feo ama, bonito le parece” y claro que es así poco importa la perfección física en un amor real.
Las sensaciones (el tacto)
Este es básico, nos puede gustar lo que come, como huele, su voz y su imagen incluso, pero si su roce sobre nosotros no es agradable, se rompe el encanto.
La forma de tomar nuestra mano, de acariciarnos la mejilla, de guiñarnos un ojo, son acciones amorosas que nos brindas sensaciones intensas sobre la piel.
El contacto físico con la persona amada, nos llena de placer indescriptible que eriza la piel, y se queda tatuado en esta por siempre.
La memoria (todos los sentidos)
Y para finalizar, esta desde luego la memoria, que aunque no es un sentido, si responde a estos con gran asertividad.
Los flashazos de momentos vividos, que pueden desprenderse como resortes ante un olor, un sabor, un gesto o una palabra, son una manera de mantener el amor latiendo constantemente.
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